Es tanta mi fe, que no le pongo acento

Skrìveb Hien

La regla es sencilla, pero acentuar las palabras de una sílaba suele presentar serias dificultades: “dio”, “ti”, “fue” y “fe”, por citar algunos ejemplos, con frecuencia se acentúan sin necesidad. Quizá falte saber por qué algunas no se acentúan, cómo saber cuáles sí y en qué circunstancias no; veamos:

               Parónima es una palabra que tiene una relación de semejanza con otra que se le parece; juntas hacen un par mínimo: revelar-rebelar, ola-hola, cama-cana, más las que se diferencian precisamente por el acento: sólo ‘solamente’ –solo ‘sin compañía’, aún ‘todavía’-aun ‘incluso cuando’, ‘a pesar de que’, aquélaquel; y las de una sílaba: , pronombre personal (2ª persona), –tu, posesivo.

               Así, palabras como “dio”, “fue”, “vio”, “ni”, etcétera, no tienen otra con la que se pudieran confundir y no se acentúan, por más que se quiera intensificar la frase.

               Con razón Sandro Cohen suele decir: “Para ti, lo que quieras, menos una tilde”; y nosotros: “mi fe no es menor si la escribo sin acento”, ni mayor, si con mayúscula, como en el anuncio citado arriba.