Ismael García Marcelino

Esta vez conoceremos rasgos de una pirekua de uno de los compositores más creativos de Urapicho: tata Luis Zacarías. Se trata de una pirekua que más que denunciar, hace visible uno de los problemas más graves de la meseta que ha permitido que personas extrañas se aprovechen de la necesidad de muchos indígenas. Sin condiciones para defenderse de los extractores de madera, las autoridades han tenido que vender sus bosques hasta acabar con ellos.

Atenderemos a cómo lo dice el dueto de los Hermanos Zacarías. Aquí vamos otra vez. 

P’ukuri ch’apari

¡Kániksi tóntueska jucha sierra isi anapu

achamasiicha ignoraticha

ka noksi cuidarini ia monte ampe!,

¡nári exesinki arini achamasini

na sesi nitamakuarhek’a

ka no nirasinti p’ukuri ch’apaani ampe! 

 

Iauani isi uératinksi isi jurhasinti

estado de Michoacani parhikuni

jimpoka jorhenakaksi nitamakuarhini ia juchari juáta jinkuni ia,

¡ka jucha k’oruni ia kánekua tsípini

jimpokichka uánekua tumina intsinhasinka

k’o peru juchari p’ukuri kamakurhixati!,

¡Ah, qué lástima ia!

Hachador de árboles

¡Qué tontos somos los señores de acá,

de la sierra, qué ignorantes,

y no cuidamos el monte!,

¡cómo ves a este señor,

lo bien que le va,

y no va por ahí hachando los árboles!

 

De lejos viajan (vienen)

hasta el estado de Michoacán

porque han aprendido a vivir

de nuestros cerros,

¡y nosotros tan contentos

porque nos dan dinero bastante,

pero nuestros cerros se están acabando!,

¡Ah, qué lástima!  

Se sabe víctima del engaño y el relumbrón de “los espejos con brillo”, expone y se expone a la crítica por cantar una realidad que le indigna. Sin un discurso pretencioso ni un lenguaje rebuscado, tata Luis Zacarías va al grano: “¡Kániksi tóntueska jucha!”, ‘¡qué tontos somos!’, y se duele de que su pueblo, al que llama estado de Michoacán, como para no referirse sólo a Urapicho, “Iauani isi uératinksi isi jurhasinti estado de Michoacani parhikuni” sea tan afanosamente visitado por quienes “jorhenakaksi nitamakuarhini ia juchari juáta jinkuni”, ‘han aprendido a vivir de nuestros bosques’.

“Y nosotros tan contentos”, resalta lo efímero del poder del dinero frente al valor y la riqueza del bosque, lo que parece obvio, pero que lo desespera porque también le parece que no se entiende.

Grabada en 1986, la interpretación corresponde al dueto de los hermanos José y Luis Zacarías, de Urapicho, quienes, con sólo una guitarra, sin influencia norteña ni arreglos superficiales, dan cuenta de la autosuficiencia interpretativa que tienen como pireris, ‘cantadores’ de verdad. La producción videográfica es de Jesús Magaña.

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